Esta tarde fui a la playa para descansar en el Señor, orar y meditar en su palabra. Mientras estaba disfrutando del clima, el agua, el sol y la vista de delfines y un sello, decidí estudiar salmo 103:14b: “se acuerda de que somos polvo.” Este versículo me anima mucho porque está lleno de verdades poderosas.
Me recuerda que servimos a un Dios que sabe con todo conocimiento nuestra condición. Sabe que somos frágiles por dentro como por fuera, pero nos aprovisiona con su fuerza y su misericordia cada día. (Lamentaciones 3:22-23)
Me recuerda que somos herederos del pecado original de Adán (quien Dios formó del polvo de la tierra), pero Cristo ha vencido el pecado y no hay nada que nos separará del amor de Cristo. (Romanos 8:35)
Me recuerda que aunque vamos a morir y regresar a la tierra, un día “los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:52) Vamos a recibir un cuerpo nuevo.
Somos polvo, pero gracias a Dios por su abundancia, el que provee a todas nuestras necesidades.